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Crecí rodeado de máquinas, planos y conversaciones sobre clientes, ferias y nuevas tecnologías. Curvaser siempre estuvo presente en mi vida, mucho antes de que yo siquiera supiera qué era el marketing o qué significaba trabajar en una empresa familiar.
No era solo un nombre o un sitio al que iba de vez en cuando; era la historia de mi abuelo y su visión de lo que debía ser el sector de la máquina herramienta. Una empresa construida con esfuerzo, con una idea clara y con un propósito: especializarse y ofrecer algo que no existía en el mercado en ese momento.
Curvaser nació en 1988 de su iniciativa, pero lo que realmente la hizo crecer fue su manera de hacer las cosas. No solo se trataba de vender maquinaria, sino de encontrar la mejor solución para cada cliente, de garantizar un servicio técnico impecable, de estar siempre un paso adelante.
Curvaser ha seguido adelante, con mis tíos y mi padre al frente, asegurándose de que su legado no solo se mantuviera, sino que siguiera evolucionando. Y ahí entré yo.
Mi primer contacto con el marketing
Si tuviera que señalar un momento en el que mi interés por el marketing empezó a despertar, probablemente fue en Curvaser. No fue en una clase ni en un libro, sino en la propia oficina de la empresa, en una pared donde mi padre tenía colgada una foto de Philip Kotler con una frase que nunca olvidé:
“Ya no basta con satisfacer a los clientes: ahora hay que dejarlos encantados.”
Al principio, no le di mucha importancia, pero con el tiempo, esa frase comenzó a tomar sentido. Curvaser no vendía solo máquinas, vendía confianza, vendía servicio, vendía la tranquilidad de que el cliente iba a recibir exactamente lo que necesitaba. Y ahí entendí que el marketing no era solo publicidad o redes sociales, era todo lo que hacíamos para que el cliente no solo estuviera satisfecho, sino que sintiera que había tomado la mejor decisión al elegirnos.
El día que lo vi claro
Recuerdo perfectamente el día que le dije a mi padre:
— Papá, Curvaser tiene que estar en redes sociales.
Fue un mensaje directo, pero con fondo. Él me miró como si le estuviera proponiendo algo revolucionario. Como iba a tener Curvaser Instagram, pero yo sabía que la empresa necesitaba abrirse, mostrarse, adaptarse a los tiempos.
No fue fácil convencerlo, pero poco a poco fui explicándole que estar en redes no era solo “estar por estar”, sino una forma de contar nuestra historia, de mostrar nuestro valor, de conectar con nuevas generaciones. Era hacer visible todo lo que se hacía con tanto esfuerzo puertas adentro.
Ese momento marcó un antes y un después para mí. Porque no solo estaba aplicando lo que estudiaba, sino que empezaba a entender lo que significaba transformar una empresa desde dentro.
Mi etapa en Curvaser: Aprender, adaptarme y aportar
Me involucré en la web, en la estrategia digital, en las ferias, en la atención al cliente. Hice de todo: diseñar planes de marketing, hablar con clientes, organizar eventos, crear contenido, ayudar en la parte comercial… Aprendí a moverme en reuniones, a explicar los productos, a entender qué necesita realmente un cliente cuando entra en contacto con la empresa.
Aprendí lo que significa realmente trabajar en una empresa familiar, donde el compromiso va más allá de cumplir con un horario. Aquí no solo representas a un negocio, representas una historia, una forma de hacer las cosas, un apellido.
El peso de un legado
En Curvaser no había espacio para el “eso no es mi trabajo”. Cuando formas parte de algo así, cada detalle importa, cada cliente cuenta, cada decisión tiene un impacto.
Vi de cerca el esfuerzo de mi padre y mis tíos, cómo cada venta cerrada era más que una transacción: era la confirmación de que Curvaser seguía siendo un referente en su sector, que la confianza en la empresa seguía intacta.
Y entendí que esa es la diferencia entre un negocio cualquiera y una empresa que trasciende generaciones.
Lo que Curvaser significa para mí
No importa cuántos proyectos tenga en el futuro ni cuántos caminos tome. Curvaser siempre será parte de mi historia, de mi formación, de mi manera de entender el trabajo y el esfuerzo.
Fue mi primer contacto real con el mundo de los negocios, mi primera prueba de que lo que estudias en teoría es solo una pequeña parte de la realidad. Aprendí más en un año trabajando aquí que en cualquier curso, porque aquí todo tenía un propósito.
Pude aportar mi granito de arena, pude ver cómo el marketing podía ayudar a una empresa con décadas de historia a seguir creciendo.
Curvaser no es solo una empresa de maquinaria. Es la historia de una familia que supo adaptarse, innovar y mantenerse firme en sus valores. Y haber formado parte de ella, aunque sea por un tiempo, es algo que siempre llevaré conmigo.
Puedes ver mas sobre mi paso por curvaser aqui: